La maldición bonaerense



Por Rosendo Fraga

Es extensa la lista de gobernadores bonaerenses que fracasaron en su intento de dar el salto nacional. Desde que, en 1862, Bartolomé Mitre llega a la Presidencia tras imponerse sobre sus adversarios en una guerra civil de baja intensidad, ningún gobernador bonaerense logró ser electo Presidente de la Nación durante un siglo y medio. El primero que lo intenta, al finalizar su mandato, es Adolfo Alsina, quien fracasa y debe contentarse con ser vicepresidente de Domingo Sarmiento. Cuando se aprestaba a ser candidato presidencial nuevamente, en 1878, muere en forma sorpresiva.

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El primer gobernador tras la federalización de la ciudad de Buenos Aires es Dardo Rocha, quien intenta llegar a la Presidencia de la Nación en 1886, pero sus aspiraciones son frustradas por Julio A. Roca, quien opta por su cuñado y gobernador de Córdoba, Miguel Juárez Celman, para la Presidencia. Será otro gobernador bonaerense, Bernardo de Irigoyen, quien pese a su prestigio político e intelectual, verá frustrada su candidatura presidencial entre fines del Siglo XIX y comienzos del XX. En las primeras décadas del siglo, Marcelino Ugarte –gobernador conservador de la provincia– verá frustradas sus aspiraciones de llegar a la Presidencia de la Nación tanto en 1910 como en 1916. Yrigoyen en la presidencia interviene la provincia de Buenos Aires, desplazando a Ugarte y su máquina política, con lo cual el radicalismo llega también al gobierno provincial.

En los años treinta, la provincia de Buenos Aires fue intervenida en dos oportunidades. La primera, cuando era la presidente Agustín P. Justo. El gobernador intervenido fue Federico Martínez de Hoz, quien pierde el control político de la provincia por las disidencias internas del conservadurismo provincial. Siguiendo con la presidencia de Roberto M. Ortiz, la gobernación de Manuel Fresco no sólo se transforma en un proyecto presidencial, sino también en un modelo político alternativo de corte neofascista, siendo también intervenido por el Poder Ejecutivo. Otro proyecto presidencial frustrado es el del gobernador conservador de la provincia Rodolfo Moreno, obligado a renunciar por las presiones de la Casa Rosada en 1942.

Continuando con la presidencia de Juan Domingo Perón, durante la cual tiene lugar un conflicto con el gobernador de Buenos Aires, Domingo Mercante, quien no logra ser elegido candidato a vicepresidente en 1951. Dos años más tarde, será expulsado del peronismo por Perón.

En la presidencia de Arturo Frondizi, la gobernación de Buenos Aires se termina constituyendo en el detonante de la caída del Presidente, cuando el triunfo de un dirigente sindical peronista, Andrés Framini, es la causa política que detona el golpe militar que lo destituye en marzo de 1962. En las elecciones presidenciales de 1963, un gobernador bonaerense, Oscar Alende, queda en segundo lugar en las elecciones presidenciales que gana Arturo U. Illia. Arturo Frondizi y Rogelio Frigerio, líderes de la UCRI, quitan el apoyo político a Alende y ello es una de las causas de su derrota.

Doce años más tarde, políticamente la provincia se transforma en un campo de batalla entre el otrora presidente Perón y el gobernador de Buenos Aires Oscar Bidegain, entonces próximo a los sectores de la izquierda peronista. Es desplazado por el ala derecha del peronismo, quedando a cargo de la gobernación el vice, un dirigente sindical metalúrgico, Victorio Calabró, quien tenía un proyecto presidencial que se ve frustrado por el golpe del 24 de marzo de 1976.

Con el restablecimiento de la democracia y la llegada de Raúl Alfonsín al poder, accede a la gobernación un radical, Alejandro Armendáriz, quien no tiene conflictos políticos con la Casa Rosada. Una mirada retrospectiva muestra que el conflicto poder bonaerense-poder nacional se atenuó durante las presidencias radicales. Los dos presidentes radicales que tuvo la Argentina desde 1983 debieron coexistir con gobernadores peronistas en la provincia de Buenos Aires: Alfonsín con Antonio Cafiero en el último tercio de su presidencia y Fernando de la Rúa con Carlos Ruckauf en sus dos años de gobierno.

Las aspiraciones presidenciales de ambos gobernadores justicialistas se vieron frustradas. En estos casos es el propio peronismo, y no la Casa Rosada, el impedimento. Carlos Menem le gana la interna para elegir candidato a Presidente a Cafiero en 1988, y al estallar en diciembre de 2001 la crisis que lleva a la renuncia de De la Rúa, son los intendentes del Gran Buenos Aires quienes proyectan al entonces gobernador Ruckauf al Ministerio de Relaciones Exteriores, sacándolo de la gobernación y de la carrera presidencial para 2003.

HISTORIA RECIENTE

Es en la primera mitad de los años noventa cuando la provincia de Buenos Aires adquiere una significación política diferente. El vicepresidente de Menem, Eduardo Duhalde, se presenta como candidato a la gobernación en 1991 y gana. Duhalde, que tenía aspiraciones presidenciales, ve frustradas sus pretensiones para 1995, y cuando sea candidato cuatro años después, será derrotado por De la Rúa. Llega a la Presidencia sin ser electo, elegido por el Congreso a comienzos de 2002 y debe acortar su mandato. Volverá a ser candidato a Presidente en 2011, siendo derrotado. La gobernación de Felipe Solá durante la presidencia de Néstor Kirchner y la de Daniel Scioli en el primer mandato de Cristina se subordinan al proyecto del oficialismo nacional. Pero en octubre de 2010, semanas antes de la muerte de Kirchner, Scioli comienza a esbozar un proyecto presidencial para 2011 que se ve frustrado con la casi inmediata muerte del ex Presidente. El cambio de situación política fortaleció súbitamente a la presidenta Cristina Kirchner y Scioli, con realismo, decide postergar sus aspiraciones a 2015, optando por la reelección en el ámbito bonaerense. Las PASO realizadas el 11 de agosto de 2013, parecieran insinuar que dos bonaerenses quedan planteados como posibles candidatos presidenciales para octubre de 2015: Scioli y el intendente de Tigre, Sergio Massa. Si alguno de ellos llegara a la Presidencia, por primera vez en más de un siglo y medio, un bonaerense ganaría una elección presidencial en la Argentina, lo cual sería algo nuevo, aunque no lo parezca tanto.

Publicado en 2013 en elestadista.com.ar

Los resultados de la elección de 2015 confirmaron la tendencia señalada en el artículo

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